jueves, 12 de septiembre de 2019

Por qué no deberías practicar ‘ghosting’, aunque esté de moda

Columna invitada

Ghosting, otro recurso de los narcisistas

La nueva forma de dar por terminadas las relaciones puede parecer trivial pero tiene consecuencias negativas

Por: ROCÍO CARMONA

Sucedió justo antes de su tercera cita. Eva se dirigía hacia el restaurante en el que había quedado para cenar con Marc; un sitio nuevo del centro. Le había escrito un mensaje dos horas atrás avisándole de que llegaría un poco tarde por cuestiones de trabajo, pero Marc no había contestado. Eva comprobó su teléfono por última vez justo antes de pagar la carrera para entrar en el local. Nada. Seguro que estaba de camino. Él solía moverse por la ciudad en bicicleta y seguramente no había podido responder. Se sentó a esperarlo en la mesa, pidió una copa de vino blanco y trató de relajarse observando la decoración del local. Treinta minutos y dos copas después, Marc todavía no había llegado. Preocupada, Eva decidió llamarle, pero su teléfono estaba apagado. Esperó un poco más y decidió escribirle. Asombrada, comprobó que sus mensajes quedaban en visto y que Marc estaba en línea. “¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?”. Su último mensaje quedó sin leer y de inmediato Eva comprobó cómo la foto del perfil de Marc se desvanecía. ¿Qué habría sucedido? Temiéndose lo peor, le buscó en las redes sociales. Se habían agregado el uno al otro hacía un par de meses, pero Marc ya no estaba entre sus contactos: había pasado a ser un fantasma del que nunca volvería a saber nada.

La historia de Eva es bastante frecuente hoy en día con la proliferación de las aplicaciones de citas por internet. El ghosting , derivado de ghost (del inglés, fantasma) consiste en terminar una relación afectiva cortando todo contacto con la persona en cuestión y sin darle ninguna explicación. Una actitud que tiene consecuencias muy negativas en la autoestima de la persona que la recibe. Según una investigación de 2018 publicada en la revista Journal of Social and Personal Relationships, una cuarta parte de las personas estudiadas había sufrido ghosting por parte de su pareja, mientras que una quinta parte se lo había hecho a alguien. Despedirse a la francesa de un amigo o una amiga, dejar de contestar sus mensajes y sus llamadas, es incluso más común que desaparecer de la noche a la mañana de la vida de una pareja, pues más de un tercio de los participantes del estudio citado confesaron haberlo sufrido o haber terminado así con una amistad.

Existen muchas formas de acabar una relación, pero si el ghosting comienza a ser algo tan común quizá se deba a que la tecnología también ha cambiado la forma en que nos vinculamos los unos con los otros. Lucía Martín, periodista y autora de Hola, sexo (Almuzara) reconoce que hace tiempo que se pregunta si son las redes las que nos hacen ser maleducados y poco empáticos con los demás o si estas no son más que el reflejo de la sociedad en que vivimos: “Creo que las redes acentúan nuestra forma de ser y que el anonimato con el que podemos comunicarnos a través de ellas no genera cosas muy buenas: es la puerta abierta a una serie de comportamientos que no se darían en un bar, por ejemplo. Si tú eres una persona maleducada, egocéntrica y egoísta, las redes o las aplicaciones de citas no van sino a acentuar estos rasgos. Y si eres una persona educada, como tal te comportarás en las redes, aunque es verdad que el anonimato favorece conductas que nunca tendrías en un cara a cara”.

“Cualquier persona es capaz de hacer ‘ghosting’; es más una cuestión de forma de ser que de género”

Por: LUCÍA MARTÍN Periodista y escritora

Martín no cree que haya un perfil concreto de persona proclive a hacer ghosting ni a recibirlo. Ni cree que los hombres sean más propensos a practicarlo que las mujeres: “Creo que cualquier persona es capaz de hacer ghosting. Es más una cuestión de forma de ser que de género. Se acusa muchas veces a los hombres de hacerlo, pero nosotras también lo practicamos”. Para Vicente Marco, autor de la novela La mujer geométrica (Almuzara), en la que la comunicación a través de internet tiene un especial protagonismo, “el peligro de las redes es desnaturalizar. Cada día que pasa somos más virtuales. Nuestra comunicación con el exterior se virtualiza. Nuestras relaciones se virtualizan porque la técnica nos resulta práctica y cómoda. Sin embargo, no existen grandes diferencias entre ese mundo virtual y la ficción. En consecuencia, esa ausencia de realidad nos conduce a valorar menos el entorno. A trivializar. No somos capaces de ponernos en el lugar de los demás porque los demás, en muchos casos, no los conoceremos nunca; es muy posible que desaparezcan de buenas a primeras o, simplemente, no se dé la ocasión; y también es muy probable que no existan, que solo sean perfiles que soportan una identidad de alguien que puede estar muy cerca”.

Hoy en día sabemos que el rechazo de cualquier tipo activa nuestros circuitos del dolor, pues la conexión con otros seres humanos es un rasgo evolutivo propio de los seres humanos. Nuestro cerebro identifica la conexión con la supervivencia, de ahí que la rotura de esa conexión pueda llegar a herirnos tanto. Mucho más si además, como sucede en estos casos, no existe sensación de cierre. “Creo que si tenías una implicación sentimental con la persona que te hace ghosting te dolerá mucho, te asaltarán interrogantes”, explica Lucía Martín. “Solemos preguntarnos por qué esa persona ha desaparecido, qué hemos hecho mal, qué hemos dicho... y la mayor parte de las veces no tiene que ver con nosotros. El otro/a desaparece porque hoy en día las relaciones que surgen en estas herramientas son totalmente líquidas, y parece que da igual si te vas sin despedirte o sin dar una explicación. Se ha perdido, ya no digo solo la seducción, sino la más mínima urbanidad”.

Cómo recuperarse del ‘ghosting’

Vicente Marco coincide con la periodista y escritora al afirmar: “Con las redes hemos ganado en desinhibición. Son herramientas que te permiten comunicarte a todas horas y no existe la barrera presencial que coarta a muchas personas a la hora de expresar afectos, pensamientos o emociones. Esto es bueno y la herramienta muy útil, el problema nace cuando, en muchas ocasiones, tendemos a la degeneración, al mal uso, conscientemente o sin darnos cuenta. Ya pasó con las televisiones que poco a poco fueron derivando en programas basura a los que se enganchan muchos espectadores, pero la red es mucho más potente y mucho más peligrosa. Y el problema es que no somos capaces de vislumbrar esa potencial malignidad”.

¿Y qué hacer para superar el ghosting? ¿Cómo espantar al fantasma? Martín recomienda: “De entrada, no cuestionarse (salvo que sí hayas metido la pata hasta el fondo y seas consciente de ello, claro). Y creo que sobre todo lo que hay que hacer es recuperar la forma de conocer gente que teníamos antes de las redes: salir a la calle y ligar en otros entornos. Las redes de ligoteo están muy bien, son una herramienta más, pero si entras en ellas tienes que conocer todas estas reglas no escritas y blindarte de antemano para no llevarte un bofetón”.

Cuestionarse a uno mismo, como explica la autora de Hola, sexo, es la reacción más frecuente en las personas que sufren esta forma abrupta de terminar una relación. Los expertos coinciden en señalar que lo primero que debemos pensar si alguien nos hace ghosting es que su actitud habla más de la persona en cuestión que de nosotros. Lo segundo es permitirnos sentir el dolor, la decepción, la vergüenza o lo que sea que estemos sintiendo en ese momento. El tercer paso sería hablar de ello con alguien de confianza: diversos estudios han mostrado que poner palabras a los pensamientos puede cambiar nuestros patrones cerebrales y ayudarnos a procesar experiencias dolorosas. En último lugar, es importante poner énfasis en el autocuidado. Otras investigaciones han señalado que recurrir a los básicos como comer bien, dormir lo suficiente y hacer algo de ejercicio es muy importante para gestionar el dolor, incluido el de las decepciones amorosas fantasmagóricas. Prácticas como el yoga, la meditación y el mindfulness reducen la producción de hormonas del estrés en el cuerpo y pueden llegar a cambiar incluso algunas conexiones neuronales relacionadas con el dolor.

viernes, 2 de agosto de 2019

Guía para detectar a los manipuladores de tu vida y echarlos de ella


Las personas que saben cómo influir en tus decisiones y que utilizan maniobras para utilizarte para su propio interés tienen ciertas maneras de comportarse

Guillermina Torresi

Es complicado que las personas manipuladoras se expresen tal como son. Ninguna de ellas vendrá y te dirá: ‘Hola qué tal, tiendo a manipular a los demás’. No, eso no ocurrirá y no solo porque las personas se alejarían de alguien que se presentara así —como es obvio— sino porque, en muchas ocasiones, ni siquiera ellos mismos son conscientes de tal comportamiento. Esta actitud o forma de ser está presente en todas partes: en nuestro círculo de amigos, conocidos, compañeros del trabajo e incluso familiares. Y hay algo que define a estas personas, su forma de comportarse no siempre es la misma, sino que más bien tiende a confundirnos. En ocasiones, se muestran tal como son y en otras son amables, comprensivas y efusivas. Justamente por ello vamos a dar unas premisas con las que es bastante sencillo reconocerlas, incluso podrás plantearte si tú mismo eres uno de ellos. 

Camuflados detrás de una sonrisa

Como explicábamos la manipulación se camufla dentro de acciones bienintencionadas. Las verdaderas intenciones de la persona se ocultan bajo una actitud amable que muestra su preocupación y sus profundas emociones con el único objetivo principal de ganarse la confianza de aquel a quien quiera manipular. Sergio Carmona Cruz, Director Clínico del Instituto de Barcelona de Psicología explica que dicha “actitud es una estrategia para conseguir todo aquello que anhelan. Para ello, utilizan técnicas psicológicas con las que persuadir y sugestionar a otra persona o grupo de personas”. De hecho, es duro pensarlo pero es muy posible que, ahora mismo, tengamos a una persona manipuladora a nuestro lado y no lo hayamos percibido. Por ello hay que conocer las técnicas que utilizan para poder detectar a los manipuladores de nuestro entorno y echarlos de nuestra vida.

1. Detecta tus debilidades e inseguridades

Esto lo realiza para poder utilizarlas en tu contra y luego atribuirte un sentimiento de culpabilidad. Para detectarlo verás que, una y otra vez, intenta o bien sonsacarte cosas o generar un espacio para que le cuentes secretos o temas muy personales.

2. Es muy convincente

Es una persona que destaca por la seguridad en sí misma y que tiene el poder o la capacidad de hacer que renuncies a algunas cosas. El objetivo final de este tipo de personalidades es la de poder controlarte y poder controlar el entorno. Si percibes que alguien es muy insistente en cambiar algo de tu vida o que no para de darte consejos en la misma línea, quizás se trate de una persona manipuladora.

3. Genera culpabilidad

Hay una frase casi épica en este aspecto: ‘con todo lo que he hecho por ti, ¿ahora me tratas así?’. Es muy clásica, seguramente alguna vez la has oído y no eres el único. Esas palabras buscan que te sientas culpable por lo que sea que hayas hecho. Si la persona consigue que te sientas mal, ya estará controlando parte de lo que sientes o piensas. Es una de las técnicas más usuales.

4. Crea confrontaciones

Trata de poner unas personas en contra de otras generando confrontaciones. Este comportamiento es el clásico de una persona cizañera, la clásica que responde a meter el dedo en la llaga o que suelta cosas que no son ciertas. Como explica el experto las técnicas que utilizan estas personas son amplias: "Usan el victimismo, el chantaje emocional, la mentira, la culpa, los halagos, la distorsión mental, el ataque sutil a la autoestima del otro, la venganza, etcétera. El mayor objetivo de una persona manipuladora, es conseguir el poder y el control tanto de una situación, como de los pensamientos, emociones y conductas de los demás", puntualiza.

Un comportamiento a gestionar

En la mayor parte de los casos lo esencial es hacer caso a nuestros propios instintos para poder detectar realmente a una persona manipuladora. Aún así hay quienes son muy ávidos con su comportamiento y consiguen arrastrar a los más débiles. Está en nuestras propias manos la posibilidad de gestionar la situación para que no nos atrapen en sus redes. Ahora bien para entender un poco mejor este tipo de actitud debemos preguntarnos: ¿qué hace que una persona se vuelva manipuladora?, ¿qué diferencias hay en su personalidad respecto a los demás?

Sergio Carmona lo explica de la siguiente manera: "Las personas manipuladoras suelen ser narcisistas, histriónicos, antisociales o con limitaciones para la sociabilización. En general, este tipo de comportamiento tiene su origen en la infancia y en la educación que han recibido. Incluso en muchos casos, son los propios manipuladores los que fueron manipulados en algún momento de su vida".

Es importante mantenernos alejados de este tipo de personas porque en la mayoría de las ocasiones, cuando nos topamos con alguien así solemos llegar a hacer ciertas cosas que no deseamos o de las cuales no estábamos del todo convencidos. El experto indica que "en el caso del manipulador/a, lo más probable es que detecte y utilice nuestras debilidades y vulnerabilidades para conseguir lo que pretende o para darle la vuelta a las cosas". Además, como hemos explicado, suelen ser personas egocéntricas, perfeccionistas y que necesitan tener todo bajo control. Por todo ello, harán lo posible por conseguir sus metas, siendo en este sentido insaciables.

Lo principal que hay que realizar para poder alejarlos de nuestra vida es aprender a detectar las estrategias que utiliza y poner límites. Por consiguiente, debemos identificar el tipo de manipulación que realiza y anticiparnos. Asimismo, debemos aprender a gestionar la culpabilidad y saber reconocer que estamos siendo manipulados y/o utilizados para los intereses personales de dicha persona. Todos tenemos derechos y no debemos olvidarlos. Cuando estamos ante una persona que nos hace daño de manera directa o indirecta, quizás la mejor solución es tomar distancia y evitar que se interponga en nuestros asuntos o que tome el control de nuestra vida.